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Un poco de Historia...

Piriápolis fue creado del esfuerzo, tesón, amor e imaginación de un visionario, un Julio Verne moderno, Don Francisco Piria Grossi. Hijo de un marino mercantil, nació en Montevideo en 1847, el 21 de agosto.
A los 5 años fue enviado a Diano Marina en Italia, estuvo a cargo de un tío, monje jesuita. Él mismo, como todos ellos, tenía una sabiduría ancestral, dueño de los secretos del Arte Real – La Alquimia – el cual inculcó al pequeño sobrino inteligente y precoz que los supo utilizar a lo largo de su vida.
Al alcanzar Francisco los 13 años, fue enviado de vuelta a Uruguay, pues si se quedaba en Italia debía cumplir con el servicio militar obligatorio.
Al llegar acá su madre había muerto a causa de la fiebre amarilla, (su padre ya había fallecido estando él en Italia). Por lo cual, se encontró solito, con su casa saqueada y sin dinero. Allí comenzó a aplicar las enseñanzas de su tío: vendió chucherías (“brillantes legítimamente falsos”, como decía en su verborragia), estuvo en la milicia y también de peón rural.
Luego con sus magros ahorros comenzó a comprar tierras y a venderlas a plazo. Fue pionero en los negocios inmobiliarios, así, de a poco, fue formando un capital que lo llevó a comprar tierras en Argentina – el barrio de Caballito lo loteó y lo vendió, como Punta Lara, donde hasta hoy quedan vestigios de su Castillo.
En 1890 compró estas tierras (a una heredera de Leonardo Olivera), las que lo enamoraron y despertaron su imaginación para realizar, en ellas, su sueño del “Balneario del Porvenir”.
Esta ensenada fue tierra fértil para su proyecto. Comenzó explotando las canteras de pórfidos y granito del Cerro Pan de Azúcar, luego plantó olivares y vides. Al mismo tiempo, nacía el primer balneario del Uruguay autosuficiente, con un puerto operativo de alto nivel por donde entraron los primeros turistas argentinos que él mismo trajo para poblar el balneario. Por el mismo exportaba los minerales y adoquines que sacaba del cerro.
Construyó, además del puerto, una usina de energía, agua potable un trencito de trocha angosta que unía el balneario con la ciudad vecina de Pan de Azúcar donde ya existía una estación de ferrocarril, que esta operativa hasta hoy. El diseño de la ciudad demuestra sus profundos conocimientos de kabalá y alquimia.
Don Francisco Piria se casó por primer vez en 1866 con quien fue su gran amor, María Magdalena Rodine Crossa, madre de sus cuatros hijos: Adela, Francisco, Arturo y Lorenzo. Junto a esta está sepultado en el cementerio del buceo - Montevideo-, en una tumba lacrada (para que nadie oce abrirla), en cuya puerta reza “yo y ella”.
En 1894 se casó nuevamente con una Yugoslava. María Emilia Franz.
Para “redondear” su historia con algo realmente novelesco, antes de morir reconoce como hija a Carmen Piria, según algunos, su amante, muchos años menor que él.
Luego de su fallecimiento, en 1933, comienzan por esta razón muchos años de pleitos por la fortuna y su discutida herencia.
Su hombre de confianza, mano derecha y capataz general, Señor Carlos Bonavita en quien confiaba totalmente – según gente de la época, a raíz de un gran incendio que se desató en torno al Cerro Pan de Azúcar y el Castillo tuvo una fuerte discusión con el hijo de Piria, Pancho, al cual mató en un duelo a tiros.
Luego de dicho trágico incidente volvió al Hotel Piriápolis – actualmente Colonia de Vacaciones – donde residía y se quitó la vida de un balazo. Todo esto sucedió a un mes después del deceso de Don Piria.
Con este lamentable hecho se cerró una etapa de prosperidad y brillo del “Balneario del Provenir” ya que su magnifica obra no fue continuada por nadie durante muchos años.
Articulo publicado en Destino Piriápolis

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