MEMORIAS DE ARTISTAS E INTELECTUALES DE DOS CONTINENTES EN LA POSADA LE CLUb
Una fiesta de talentos es la que invita a disfrutar la posada Le Club este verano. La fiesta sirve, además, para bordar retazos de una larga historia de hermandad entre España, Argentina y Uruguay.
LA POSADA LE CLUB |
En 27 páginas colgadas en las paredes de la posada en La Barra se rescatan vivencias del exilio.
Miguel Schapire, propietario de Le Club y heredero de la editorial que fundó su padre en Argentina en 1936, tiene dos pasiones (al menos, dos pasiones confesables): la literatura y la buena mesa, que dispensa en su restaurante encallado como la proa de un barco sobre la playa de La Barra.
De los años de su niñez, cuando jugaba en la playa de la Mansa con la hija de Rafael Alberti y escuchaba con admiración al poeta español exiliado en Punta del Este, Schapire conserva una devoción casi morbosa por los intelectuales de la generación del 27, la que sufrió el destino de los republicanos en la guerra civil española. Así, los nombres de García Lorca, Miguel Hernández, Alejandro Casona y el propio Alberti, y otros artistas como el pintor Pablo Picasso y el escenógrafo Gori Muñoz fluyen con naturalidad en su anecdotario, como figuras vivas y que parecen convivir en el tiempo con celebridades como Pablo Neruda o Margarita Xirgú, y aun con otros contemporáneos como Joan Manuel Serrat o el cantaor Diego "El Cigala".
De la misma forma como Schapire recuerda sus veranos en un hotelito frente a la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, en la punta de la península esteña, "donde al anochecer se cantaba, se recitaba, se dibujaba y se interpretaban fragmentos de piezas teatrales a medida que se iban escribiendo", no olvida los atardeceres junto a Serrat, sentados en un deck de Le Club, cantando Se equivocó la paloma…, del desterrado poeta a quien Punta del Este insinuaba memorias de su Cádiz natal.
Paneles.
Esas vivencias que comienzan en la guerra civil española, prosiguen en el exilio, a bordo de los barcos que traían a América a los refugiados, y culminan en Punta del Este, están estampadas en 27 paneles desplegados, como páginas gigantes de un libro, en las paredes y recovecos de Le Club, y conforman la exposición que Schapire ha denominado "Fiesta en tierra de talentos".
"Estas tierras del Río de la Plata que dieron refugio a tantos intelectuales no fueron un lugar de melancolía y desconsuelo propio de un exilio, sino un espacio de fiesta e imaginación que los reunía para estimular su creatividad", reflexiona Schapire.
Como es habitual en Le Club, que además de posada ofrece un magnífico restaurante, los comensales se codean -entre chipirones, ensaladas y clericó- con esas gigantografías que exhiben fotos antiguas y textos mayúsculos poblados de historias mínimas, anécdotas y poemas. Los personajes que desfilan por esas páginas son diversos -Dalí, Buñuel, Alberti, Neruda, Picasso, Manuel Altolaguirre, Natalio Botana, Gori Muñoz, y muchas figuras uruguayas-, pero todos tienen en común el espíritu libre y creativo propio de la actividad artística.
En uno de los paneles hay un capítulo sobre "Punta del Este y los exiliados", y se evoca la historia del chalet "La Gallarda", que Rafael Alberti construyó con el arquitecto catalán Antonio Bonet en el barrio Cantegril, en los años 40.
Esa casa fue albergue de tertulias de pintores, escritores, poetas y dramaturgos; tertulias que culminaban de noche con el anfitrión recitando a Juan Ramón Jiménez, García Lorca y Antonio Machado.
Vitrinas.
La exposición tiene otro ingrediente adicional que la vuelve sobresaliente: una serie de vitrinas que exhiben un legado, muy poco conocido, de dibujos originales y manuscritos amarillentos de Lorca, León Felipe y José Bergamín.
Estos objetos fueron atesorados en el correr del tiempo por Roberto Cataldo, propietario de la librería El Galeón (Calle 24, Punta del Este).
"Todos estos documentos, que hemos ido reuniendo aquí y allá, son apenas un 5% de esta herencia cultural que ha dejado la hermandad de Argentina y Uruguay con España", dice Schapire. "Esta historia de afinidad, que hoy continúan nuevas generaciones de artistas e intelectuales, no debe desvanecerse en el olvido; hay que sacar a relucir los archivos", sentencia el director de Le Club.
Si esta exposición tiene una moraleja, el visitante sabrá encontrarla por sí solo, mientras permanezca abierta, hasta el 1° de marzo.
Artículo publicado en El País.
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