ESTE
JUEVES LLEGA LA NUEVA PELÍCULA DEL URUGUAYO MANOLO NIETO
Este jueves se estrena
una de las películas uruguayas más esperadas para este 2014: "El lugar del
hijo", del director Manolo Nieto. Se trata de una historia de gran
implicancia local pero con alcance universal.
Felipe Dieste carga con el
rol protagónico del film y lo hace de gran manera.
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Son varias las razones que
convierten a El lugar del hijo en uno de los estrenos del cine nacional más
esperados de la temporada. En primer lugar, porque marca el regreso de Nieto
(Montevideo, 1972) ocho años después de La perrera (2006), con la que se hizo
un hueco importante en la cinematografía uruguaya bajo el sello de Control Z.
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El otro
factor que aumenta la expectativa es el recorrido previo que realizó la
película antes de llegar a las salas uruguayas. La première mundial de la
película fue en septiembre del año pasado en el prestigioso Festival
Internacional de Cine de Toronto. En aquella oportunidad, el film fue muy bien
recibido, lo que le abrió las puertas al resto de las presentaciones: en San
Pablo, La Habana y finalmente Rotterdam.
"Lo
más importante es que la película funciona. Funciona la historia que cuenta y
funcionan los mecanismos dramáticos que se pusieron en juego", explicó
Nieto a El País luego de finalizar el recorrido festivalero del film.
Historia.
El
hecho de que la película efectivamente capte la atención de públicos tan
diversos radica en el tipo de historia que cuenta, muy local y al mismo tiempo
de tópicos universales.
Ubicada
en el contexto de la crisis del 2002, relata la historia de Ariel Cruz
Odriozola (Felipe Dieste), un estudiante de 25 años que forma parte de la
ocupación de su universidad en solidaridad con los trabajadores y otros
sectores en situación complicada. El primer gran disparador de la historia, a
pocos minutos de iniciada, es la muerte de su padre en Salto.
El
resto del elenco lo completan Alejandro Urdapilleta, Rosana Cabrera, Leonor
Courtoisie y el argentino Germán de Silva (Las acacias) entre otros.
Sin
apenas plata ("no tengo ni para los cigarros", le dice Ariel a uno de
sus compañeros mientras prepara su bolso), el protagonista viajará de urgencia
a Salto para acompañar a su familia en ese duro momento. O, lo que es más
justo, a lo que parece quedar de su familia: la "novia o amante" de
su padre (ni él parece saberlo bien), un perro viejo, una casa semivacía y
deudas, muchas deudas.
Entre
las condolencias, el antiguo escribano de su padre le dice que, en cuanto
pueda, lo visite para arreglar la sucesión de los bienes y otros asuntos
relacionados con la herencia. Entre las cosas que le dejó su padre está el
campo y el ganado, algo con lo que el personaje se va a reencontrar.
La
primera toma de El lugar... muestra a dos jóvenes sentados en la puerta de una
universidad, una postal que remite al estilo cinematográfico de películas como
Whisky o 25 Watts (ambas de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella), algo familiar
para Nieto.
Sin
embargo, una de las mayores novedades de su nueva película es que, hacia la segunda
mitad, explora el campo. No es solo una experiencia visual (aunque, desde ya,
la fotografía de Araúco Hernández Holz es notable y se luce sobre todo en los
espacios abiertos); acentos, expresiones y rutinas netamente rurales forman
parte de la historia.
Sin ser
un retrato del campo, la película lo incluye en la trama de la misma forma que
se inserta en el ámbito de la militancia estudiantil.
Pero no
es, de ninguna forma, un film político. El interés de Nieto va más hacia el
lado de lo individual: la tierra heredada por un joven de la ciudad, el
idealismo torpe e infantil de las protestas colectivas frente a las
convicciones personales y, también, la decadencia de lo que ya no está.
Aunque
con notables diferencias (el autor es el mismo pero el tiempo hace evolucionar
las obras y las miradas), es posible establecer una conexión entre El lugar...
y La perrera, y ese puente sería la juventud.
Finalmente,
la película pone a dialogar en cierta forma lo colectivo (la reacción de los
jóvenes ante la crisis) con lo íntimo (la reacción de un joven ante la muerte
de su padre) mediante la figura de la herencia: el país heredado, en un caso, y
la tierra heredada, en el otro.
Artículo publicado en El País
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