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Piriápolis, nuestra ciudad mística



Directamente desde el Egipto faraónico hasta el balneario de Piria, dejando atrás a los caballeros templarios, los rosacruces y andá a saber cuántos otros misterios.
¿O creías que nuestro Uruguay laico hasta los tuétanos es impermeable a la mística? Si querés curarte de un golpe este preconcepto, anotate para una expedición contra el escepticismo conducida por Jorge Floriano, un investigador con libros publicados sobre el tema y citado por History Channel. Al final de este artículo encontrarás como participar de este tour que se realiza el domingo 9 de junio.
No necesitarás llevar ningún talismán aunque algunas de las cosas que verás metan un poco de miedo; todo hace pensar que nuestros dos más famosos alquimistas, Francisco Piria y Humberto Pittamiglio, solo usaron los conocimientos que adquirieron para hacer el bien, nunca con propósitos malignos. Podrás negar todo lo que quieras, pero así como es tonto creer en todo lo que se dice, también es tonto negarlo sin tener pruebas. Y Piriápolis, que debió llamarse Heliópolis, tiene tantos y tantos rastros de alquimia que al menos debería dejarte pensando.


El tour hace todo el recorrido místico de Piriápolis, pero para poder abundar sobre algo sin temor a aburrir, nos concentraremos en lo que respecta al Argentino Hotel y la Rambla de los Argentinos, dos lugares bien balnearios que mirándolos distraídamente no excitan la imaginación para nada. Pero debieran hacerlo, a la vista de la información que nos proporciona el propio Jorge Floriano, otro iniciado en la alquimia gracias a los conocimientos que le transmitió uno de los hijos de Piria en los años 80’.
Aunque no nos interesara la alquimia, aunque no nos guste el veraneo en una ciudad balnearia, Piriápolis igual sería intrigante por ser, como destaca Floriano,  la única ciudad en el mundo creada por un particular, alguien que apostaba a lo grande y que la dotó de toda la infraestructura necesaria, incluyendo un puerto, un ferrocarril, hoteles -entre ellos el que fuera en su momento el más importante de Sud América- y una serie de industrias para que la ciudad fuera, como lo deseaba su creador, autosustentable.

La primera vinculación con la alquimia en Piriápolis es el nombre que Piria quería darle originalmente a la ciudad: Heliópolis, “la ciudad del Sol”. De hecho, el nombre de Piriápolis fue un invento de los periodistas que le tomaban el pelo ante el planteo de Piria de construir una ciudad, en lo que entonces eran sólo arenales. Nadie se lo creía y así, irónicamente, bautizaron a la planeada ciudad Piriápolis, la ciudad de Piria, y finalmente ese nombre le quedó.

Mitológicamente Heliópolis es la ciudad donde renace el Ave Fénix, símbolo emblemático de la regeneración por el fuego, tema central en la alquimia, a la cual también se la llama “labor solis”, la Obra del Sol. El sol está asociado al oro, tanto al material como al oro -o sol interior- que debe ser extraído de entre la escoria. Llama la atención también que las dos obras alquímicas fundamentales del Siglo XX, “El misterio de las catedrales” y “Las moradas filosofales”, de Fulcanelli, estén ambas dedicadas a “los hermanos de Heliópolis”.


Piriápolis también podría ser llamada con justicia “la ciudad de Acuario”, porque son varias las alusiones a este signo y, sobre todo, a la era astrológica en que estamos viviendo. El planeta regente de Acuario es Urano y el símbolo de este planeta es una H, con un pequeño redondel en el travesaño de la misma. Viendo una foto aérea del Argentino Hotel veremos que su planta tiene precisamente esa forma. El redondel aludido corresponde en el hotel al lugar donde está la escalera que une las distintas plantas y allá se encuentra un vitral con delfines, otro símbolo comúnmente usado para aludir a Acuario.

Por otro lado, en los jardines que adornan el frente del hotel, vemos la representación más frecuente de este signo: la muchacha con el cántaro. Finalmente, si se toma un plano de Piriápolis o una fotografía aérea, y se unen con un trazo los diferentes puntos donde se encuentran los principales símbolos alusivos a la alquimia, nos llevaremos la sorpresa de ver que el diseño se corresponde perfectamente con el de la constelación de Acuario… Nada en Piriápolis está hecho al azar y si sabemos leerlo, todo nos indica algo.

En la fachada del hotel Piriápolis que da hacia el Argentino, aún se encuentran vestigios de la vereda original, y en ella vemos varios diseños, entre los cuales se destaca la cruz templaria. Estos diseños están realizados con piedras negras, blancas y rojas, los colores fundamentales de la obra alquímica, colores por los cuales pasa la “piedra de los filósofos” hasta convertirse en la “piedra filosofal”.  La cruz de los Templarios es un recordatorio de los orígenes del conocimiento alquímico de Piria, recibido de su tío, monje jesuíta, en Dianomarino.  También es una alusión a la fuente de la Plaza Matriz, en Montevideo, cuyos caminos de acceso, vistos desde arriba tienen el diseño de esta cruz. Piria fue el principal promotor para que esta fuente estuviera allí.





A lo largo de toda la rambla vemos, cada tantos metros, una columnas rematadas por una Esfera, dice Floriano.  Esta esfera es en realidad un mapamundi. Aunque la erosión ha hecho su trabajo a lo largo de los años, en algunas aún se aprecia el relieve con el contorno de los continentes, pero si se mira con atención, notaremos algo llamativo: no se trata de la forma de los continentes en la actualidad… ¿Error o llamado de atención?  El nieto de Piria que durante décadas estudió el simbolismo dejado por su abuelo, llegó a la conclusión de que en esas esferas están representados los continentes tal cual se verán luego de la catástrofe que sufrirá la Tierra, al llegar nuestro sistema solar a cierto punto de la Galaxia, hecho que se repite aproximadamente cada 12.000 años.

Por esto vale la pena tomar en cuenta lo relativo a la futura (¿o inminente?) catástrofe, pues no sólo nos alerta de ella, sino que también nos indica la zona propicia para no ser afectado. En su investigación, el nieto de Piria descubrió que en el departamento de Rivera, al norte del Uruguay, existía un pequeño obelisco de unos cinco metros de altura que en su base tenía sólo una inscripción: PIRIA. Se preguntó qué hacía allí, en medio del campo.  Años después, en unos papeles de Piria, encontró la explicación. Este obelisco marcaba el vértice superior de un triángulo cuyo ángulo derecho estaba en Piriápolis y el izquierdo en la Fuente de la Plaza Matriz de Montevideo. Según Piria esta zona es la más segura, por su firmeza, lo que garantiza mínimos efectos ante los movimientos telúricos que se producirán en su momento.


Delante del Argentino Hotel se encuentran dos figuras conocidas comúnmente como los “leones”. Técnicamente, se trata de grifos, figura emblématica mezcla de león y águila, que simboliza el combate entre ambos seres,que finalmente se fusionan en uno solo: el león alado. El león es un símbolo de lo terrenal, lo corporal, lo material, mientras que el águila representa lo espiritual, lo elevado. Todo en la alquimia apunta al ser humano, por lo tanto este combate materia-espíritu tiene lugar en el hombre mismo, entre sus planos aparentamente irreconciliables. Pero si luego de esa lucha logra el equilibrio accede a un tercer estado de conciencia. Luego de ello, el león pierde la melena, pero gana alas. Esto nos indica que sin perder ni desdeñar el estado físico ahora puede volar por los planos superiores de la conciencia y la realidad.


En cuanto al  vitral que se encuentra en el Argentino Hotel, tiene, más allá de su belleza estética, símbolos con un mensaje definido en cuanto a la vida personal de cada uno. Vemos allí una fuente en cuyo pilar central hay delfines. El delfín es un símbolo del ser humano. También se ve en este vitral una cascada de rosas. La rosa, tal cual la conocemos hoy, fue la creación de un alquimista sufí a partir del escoromujo, o rosa silvestre, y se convirtió en símbolo de la piedra filosofal y de cómo el alquimista puede perfeccionar a la Naturaleza.  Es, además, símbolo de los deseos, y aquí, al estar encadenadas, Piria nos recuerda que tenemos que saber encadenar nuestros deseos. Nadie logra una meta de buenas a primeras y generalmente nos ponemos sub-metas en camino a la meta principal. Pero no solamente debemos encadenar y organizar nuestros deseos, sino que también debemos desechar todos aquellos que no sean compatibles con la meta y nos puedan desviar de ella. Una buena lección que Piria sin duda supo llevar a la práctica en todo lo que hizo.

A la magnífica foto de portada la encontramos en una página de Facebook dedicada al Hotel Argentino (http://www.facebook.com/pages/Hotel-Argentino-Piriapolis/198047073561439 ), lamentamos que no indique al autor, pero consignamos su origen. Las demás fotos son de Daniel Buschiazzo y nos fueron proporcionadas por Jorge Floriano.  La excursión sale el 9 de junio del local 59 de la Galería del Virrey, en Dieciocho de Julio 1268, donde está la agencia de viajes Avetur. Este artículo no es publicitario, pero sería frustrante para los lectores si no consignáramos esto y el teléfono para averiguar si todavía hay lugares: 29012115.
Artículo publicado en El País.

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Un poco de Historia...

La ciudad de Piriápolis ubicada en el departamento de Maldonado a 40 km de la capital departamental y a 98 km de Montevideo, se construyó sobre los pilares que fundó Francisco Piria en noviembre de 1890 cuando oficializó la compra de campos al sur del Cerro Pan de Azúcar, con el propósito claro de construir una ciudad para el turismo. El verde Destino Piriápolis baña sus 20 km de costa, abrazada por cerros que sirven de marco a la ciudad. Enriquecido por el carisma de su gente, sus riquezas gastronómicas, su historia y su misticismo, este destino invita a recorrerlo, interpretarlo, vivirlo. Piriápolis es un destino para la familia, para los amantes de la naturaleza, la historia, los deportes, los eventos y de los tesoros que rodean la alquimia. Piriápolis fue creado del esfuerzo, tesón, amor e imaginación de un visionario, un Julio Verne moderno, Don Francisco Piria Grossi. Hijo de un marino mercantil, nació en Montevideo en 1847, el 21 de agosto. A los 5 años fue enviado a