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España y Portugal primer empate del Mundial

Otra noche memorable del portugués impide el triunfo de la selección, que se rehízo por dos veces gracias a la voluntad de Diego Costa
De Gea permitió el segundo tanto con un fallo grosero y Nacho reparó su error inicial con un soberbio disparo en el tercero


Cuando enfrente hay un jugador tan descomunal, el empate no es mala solución. Mirando de dónde venía España, el empate no es mala solución. No perder en el inicio de un Mundial no es mala solución. Casi todo lo que pasó en Sochi pudo ser mejor para España, pero también casi todo lo que pasó en Sochi pudo ser peor para España, indefensa ante un animal competitivo como Cristiano Ronaldo, ante un error grosero de su propio portero y ante un partido escabroso por lo acontecido en la concentración. Sale España viva, de pie, con el único regusto amargo de haber estado por delante a falta de cuatro minutos y ver cómo la última genialidad del portugués impedía un triunfo que hubiese disparado todos los indicadores relacionados con el buen estado de salud en España. Por delante están Irán y Marruecos, imposible a priori no pensar en octavos de final y teniendo que discutir el primer puesto, si todo transcurre con normalidad, a base de goles. 
. Nacho se precipitó en una bicicleta de Cristiano en la esquina del área. El defensa metió la pierna, el portugués sintió el contacto y Rocchi lo tuvo clarísmo. Al haber contacto, no hubo lugar a VAR por mucho que los jugadores españoles lo reclamasen.
Era el minuto tres de partido y España, recién salida de un trauma colectivo en su concentración, recibía la primera bofetada del torneo. La sintió el equipo ya de Hierro, desnortado durante el primer cuarto de hora, sujeto a los contragolpes, con mucha mala leche, de Portugal. Fernando Santos apelmazó a todo su equipo en campo propio para cerrarle todas las líneas de pase al rival. Guedes y Cristiano, en cuanto les superaba la pelota, no iban tras ella. La esperaban de vuelta para salir pitando y poner en verdaderos aprietos a la zaga española, a la que le cuesta correr para atrás. Silva encontró un remate con la derecha poco después, pero la mandó muy arriba. España, temblorosa, tenía la pelota pero no sabía qué hacer con ella. Portugal, firme, no la tenía ni la quería más allá de las estampidas. Una de ellas la abortó Jordi Alba en el último instante.
España no fue capaz de volver al partido desde el juego. Lo hizo desde una de esas situaciones que se han ido incorporando ante la decrepitud de la época dorada. Diego Costa representa como pocas cosas la antítesis de la idea con la que pretende vivir el equipo español. A Costa le basta un balón en desventaja, una pelea con Pepe, al que hizo falta, y luego empezar a amagar por aquí, a amagar por allá, otra vez por aquí y otra vez por allá para ponerla dentro de la portería. Pareció Rocchi consultar a los hombres del VAR, que concluyeron que allí, en el salto entre Costa y Pepe, no había pasado nada, cuando la realidad es que sí pasó. Ese gol resucitó a España, liberada de repente de tantísima tensión. Inmediatamente después, un disparo de Isco se estrelló en el larguero y no terminó en gol por unos centímetros.
Crecido, confiado, el equipo se hizo definitivamente dueño, y ahora señor, de la noche calurosa y húmeda de Sochi. Cristiano y Guedes se convirtieron en náufragos esperando los balones que ya no llegaban mientras Iniesta comenzaba a encontrar los resquicios por donde filtrar su fútbol. Asociado a Isco y a Jordi Alba, coja como estaba España en ataque por el costado derecho, llegó casi hasta línea de fondo para rematar rozando el palo. Mientras, Portugal sufría con los balones largos, sin sentido, de los centrales. España estaba siendo definitivamente mejor hasta que llegó el umbral del descanso. Antes de cruzarlo, un balón largo mal defendido terminó en los pies de Cristiano. Su disparo era seco, sí, iba abajo, también, no era fácil, seguro. Pero el error de David de Gea fue inexplicable. Era el peor golpe posible después del otro peor golpe posible. Dos minutos antes del descanso, España volvía a estar por detrás y sin saber muy bien cómo.
Tampoco hubo mucha explicación posible a la segunda resurrección. Bueno sí, una. Bueno, en realidad dos. Una fue la estrategia, obra sin duda de Lopetegui, que permitió la jugada con la que llegó el empate. Y la otra fue Costa, de nuevo en un papel hasta hace poco residual en este equipo, la del tipo que la empuja en la misma línea después del remate de Busquets. El segundo empate no hubo tiempo ni de saborearlo porque tres minutos después, en plena ola, Nacho enganchó desde la frontal un disparo maravilloso para poner a la selección por primera vez por delante.
A Portugal no le valía esperar y correr. Tenía que jugar, tenía que llevar la iniciativa, tenía que masticar la jugada. Y claro, eso ya no se le da tan bien. No hubo ni una sola opción de peligro para De Gea, un flan a esas alturas de la noche. Hierro quitó a Iniesta para meter a Thiago y España se hizo con la pelota. Posesiones largas, sin sufrimiento, con Iago Aspas en el lugar de Costa para terminar de reducir a los portugueses. Los nervios de De Gea provocaron algún altercado menor, pero todo iba tranquilo hasta que un balón llovido terminó en los pies de Cristiano. Piqué, como Nacho al inicio, se precipitó, ofreciéndole a Portugal la única opción de empatar que tenía. Una opción enorme si esa falta es para los pies de un futbolista tan brutal como el capitán luso, que dejó a España sin los tres puntos. Una España, eso sí, recuperada para la competición.




Fuentes: El Mundo- EFE

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