NUESTRAS RUINAS JESUÍTICAS
Declarada Monumento Histórico Nacional, Calera de las Huérfanas es todo un atractivo turístico donde la historia es la protagonista de un recorrido que incluye una antiquísima capilla, restos de otras construcciones, hornos de cal, trabajos de recuperación, una sala de interpretación y hasta un sendero de monte nativo.
Un poquitito de historia
Construida en 1741 por la Compañía de Jesús como estancia productiva para abastecer sus misiones, residencias y colegios, en sus orígenes fue conocida como la Estancia del Río de las Vacas o Estancia de Belén.
Tenía unas 140.000 hectáreas, limitaba con el arroyo San Juan, el arroyo de las Vacas, el Río de La Plata y el cerro de Las Armas, y allí trabajaban unas 250 personas.
Testimonios de otras épocas
La zona fue escenario del encuentro entre las tropas de la corona española que luchaban con los portugueses de Colonia del Sacramento, y de esas épocas, se encontró abundante material de guerra.
De la presencia jesuita, también se encontró de todo. Desde los cimientos de la ranchería de los esclavos, hasta los de los talleres de herrería, panadería y tela.
El origen del nombre
En la estancia había hornos de ladrillos y tejas, además de dos hornos de cal cuya producción abastecía a Buenos Aires, Colonia y Montevideo.
Luego de la expulsión de los Jesuitas de los territorios dominados por los españoles, en 1777 la estancia queda a cargo de las Religiosas de la Caridad, quienes con ella mantenían el Colegio de Niñas Huérfanas de Buenos Aires, y desde entonces, surge el nombre de Calera de las Huérfanas.
El Padre Miquelerena, un jesuita del siglo XX y XXI
La Sala de Interpretación lleva el nombre del Padre Misionero Rural Rafael Miquelerana. Los vecinos cuentan con emoción y orgullo que llegó un 13 de agosto de 1967 en una moto negra y se convirtió en un referente, así como en un acérrimo defensor de estas ruinas jesuíticas.
La Arqueóloga Jacqueline Geymonat lo recuerda en invierno de 1999 en chancletas y cebando mate, cuando iniciaron las excavaciones con un grupo de profesores y estudiantes.
Una fiesta en la que nunca llueve
Hace unos 20 años, el Padre Miquelerana comenzó a organizar la Fiesta de la Calera para que la gente de la zona se conociera, y también conociera este lugar.
Actualmente, entre 3.000 y 4.000 personas se reúnen cada primer domingo después del 2 de noviembre a disfrutar de un asado, música y buen tiempo, porque en ninguna de las ediciones de este festejo ha llovido. Puede que llueva o incluso diluvie el día antes, pero el de la fiesta, jamás.
Vecinos a puro pulmón y con ayuda también
El papel de los vecinos fue fundamental para reconstruir lo que los expertos denominan un bien patrimonial o como se define en la web de la ONG Movimiento Pro Calera de las Huérfanas, "una perla arquitectónica del siglo XVIII".
Por su parte, el Programa ART/PNUD de Uruguay coordinó a actores públicos y privados, y se contó con el apoyo del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, del País Vasco, que aportó especialistas y know how en reconstrucción de edificios históricos.
Para conocer más y mejor
La Sala de Interpretación o de presentación, como dice el cartel arriba de su puerta, reúne buena parte del material encontrado durante las excavaciones arqueológicas y presenta el proceso de reconstrucción y sus etapas.
Si bien es pequeña, está muy bien montada, y visitándola se puede tener una idea más completa de cómo funcionaba y qué había en este lugar.
Algunos mitos de Calera de las Huérfanas
Voces Anónimas de Canal 12 dedicó un programa a Calera, que resultó ser el quinto más votado de su tercer ciclo. En él se mencionaba un túnel oscuro al que pocos se animan a entrar, y también relatos que hablaban de imágenes, gritos y lamentos que se escuchan por las noches. De hecho, se entrevistó a un periodista radial que una noche grabó psicofonías con una voz que en guaraní, decía "cuidado".
Y algunas verdades
Una opinión muy distinta es la de la Arqueóloga Jacqueline Geymonat, quien vivió allí en tiempos de la investigación que se llevó a cabo para su reconstrucción.
Tanto ella como el equipo no encontraron evidencias de un túnel. En primer lugar, explicó la profesional, es lógico que no exista debido a la composición del subsuelo que es de roca caliza. Apenas se cavan 20 ó 30 centímetros, la dureza de la roca estaría impidiendo una obra de tal magnitud. Segundo, consultando diversas fuentes e incluso siguiendo indicaciones de los vecinos, se estuvo buscando el túnel, pero no se encontró nada.
No obstante, la Arqueóloga recordó a una estudiante con ascendencia indígena, que decía que de noche no se animaba a ir a la Capilla.
Datos útiles
Dónde:
Departamento de Colonia, Ruta 21, km 241, doblar en dirección norte y hacer 4 km. por el Camino Juan de San Martín (el padre de José, el Libertador). Está a unos 15 kilómetros al sureste de Carmelo.
Artículo publicado en Montevideo Portal
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