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Gorriti y Lobos, mas allá de la península

Las dos islas frente a Punta del Este ofrecen paseos y opciones diferentes, cada una con su encanto, con su perfil y con su geografía.

La amplia mayoría de los turistas que llega a Punta desde el Este, por lo tanto cuando los automóviles coronan el “lomo” de la Sierra de la Ballena y la bahía de Maldonado se despliega frente a los ojos del que llega, la isla de Gorriti aparece como una mancha verde en medio del agua.
Es la isla más explícita de Punta del Este, la que reina en la vista desde toda la Rambla de la playa Mansa y desde la circunvalación de la península. Técnicamente ubicada todavía en el Río de la Plata, Gorriti es la isla más cercana a la costa de Maldonado. Iluminados desde hace unos años sus pinos y sus eucaliptus en la noche mediante focos, la isla de Gorriti forma parte de las postales más usuales del balneario.
Pero además de Gorriti, Punta del Este tiene otra isla. Y es en la noche cuando su presencia se hace más explícita: la isla de Lobos, con su gigantesco faro que emite un destello cada cinco segundos que se ve en 40 kilómetros a la redonda. Es que Lobos se encuentra a 12 kilómetros de la península y durante el día es una larga roca que se divisa en el horizonte, con el faro como un dedo índice blanco que centellea al sol.
Ambas islas pueden ser parte de planes para turistas que busquen una opción marina dentro de sus días de vacaciones. Cada una presenta su perfil característico, su determinada geografía y esto repercute en sus visitantes.
El Observador visitó las islas y accedió a algunos de sus servicios con el fin de describirlas y evaluarlas como sitios de vista en verano.
Son dos mundos paralelos, con sus puntos en común y sus enormes diferencias.

En nombre de un vasco

Alguien bien puede preguntarse quién fue el tal Gorriti por el que la isla fue bautizada.
Se trata de Francisco de Gorriti, un militar de origen vasco que estaba a cargo del destacamento español de Montevideo en la segunda mitad del siglo XVIII.
Antes de este nombramiento oficial, la isla había aparecido frente a los ojos de Juan Díaz de Solís, que llegó a Punta del Este en 1516 y la bautizó como Puerto de la Candelaria. Luego el navegante español Diego García de Moguer la llamó la Isla de las Palmas.
En su viaje en busca del canal interoceánico, Sebastián Gaboto entró al Río de la Plata y fondeó por allí.
Los españoles la fortificaron dotándola de tres baterías con cañones, para la defensa de la bahía y de la entrada al estuario.
Las baterías son la Santa Ana, la San José y la Concepción. Esta última es la que se conserva en mejor estado. Las otras dos están en franca decadencia, lo que es una lástima ya que el aspecto histórico es uno de los ganchos del viaje a Gorriti. Casi no hay carteles indicadores ni buena señalización, aparte de que muchos cañones se encuentran desperdigados entre el pasto crecido.
Otro episodio interesante sucedió en 1806, durante las invasiones inglesas, cuando la isla resistió un par de días más luego de la caída de la ciudad, pero esto no está indicado.
Sí están los caminos delimitados y el césped cortado en muchos sectores, gracias al trabajo del vigilante municipal, Jorge Velázquez.
La salida desde el puerto de Punta del Este se produce cada media hora y el costo del pasaje es de $ 300 para adultos y $ 150 para niños.
El viaje, que dura apenas 15 minutos, se realiza en un lanchón y se desembarca en Pueto Cañón, una pequeña escollera en la orilla interna que da a la bahía. El último bote parte a la hora 19:15 y está prohibido permanecer en la isla fuera de horario, aunque Velázquez cuenta que ha sucedido.
Entonces la prefectura de Punta del Este manda un gomón a buscar a los infractores, que además deben pagar una multa de US$ 200.
Las principales atracciones de Gorriti son naturales. Se puede caminar por los caminos bajo los pinos y los eucaliptus plantados por Juan Gorlero, el primer jefe político de Maldonado, y visitar las baterías.
La isla posee dos playas preciosas: Puerto Jardín, una franja de arena que da de frente a Punta Ballena, y Playa Honda, que se encuentra en el lado invisible desde la Mansa.
Esta es una playa profunda y de aguas cristalinas que permite, por ejemplo, el buceo y la pesca con arpón.
Para quien llega en los botes el problema en Playa Honda es la cantidad de yates y veleros que estacionan en esa bahía, al resguardo de los vientos del océano. La cantidad de embarcaciones y de motos de agua hace que se escuche música y haya ruido extra, pero la naturaleza es majestuosa y salva el problema.
En Playa Honda, además, hay un parador que permite ver una de las mejores vistas del atardecer de Punta del Este. Se llama Buena Vida, y un mojito, por ejemplo, cuesta allí $ 250. Un lenguado con ensalada sale por $ 380. Además hay rabas, miniaturas de pescado y sandwiches, a precios más baratos que en Punta del Este. El perfil de los visitantes es, sobre todo, de uruguayos.

Danza con lobos

Los viajes a isla de Lobos no son tan frecuentes y dependiendo de los interesados se realizan una o dos veces por día. Se sale desde Punta del Este y el paseo dura unas dos horas, aproximadamente. El costo del pasaje es de US$ 50.
Se demora unos 45 minutos en llegar hasta Lobos, el punto más austral del territorio uruguayo. La gran diferencia con Gorriti es que no se puede bajar, ya que es una área protegida. Allí vive una colonia de unos 300 mil lobos marinos, y también hay leones marinos.
El barco a motor realiza una circunvalación a la isla y un guía explica las características de lo que se ve: el faro, las antiguas instalaciones donde se faenaban lobos para sacarles su piel, así como datos sobre flora y fauna de la isla.
El paseo permite, luego de fondear cerca de la isla, la posibilidad de que los visitantes se tiren al agua y puedan andar entre los lobos, que en ese contexto son inofensivos.
Sobre la costa, donde están las crías, los lobos se pongan más agresivos, pero en décadas de paseos nunca un lobo atacó a una persona en el agua. De todos modos, está prohibido tocar a los ejemplares.
Lobos también posee planes para bucear y pescar embarcado.
Las islas de Punta del Este presentan una forma diferente de disfrutar la naturaleza entre las olas. (Producción Juan Marra).

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Fuente: El Observador
  • Articulo publicado en Destino Punta del Este

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