Me acuerdo cuando
recibí la carta del Real Madrid. La rompí antes de abrirla. Esto pasó en
la mañana de la final del Mundial 2014, exactamente a las 11. Yo estaba sentado
en la camilla a punto de recibir una infiltración en la pierna. Me había
desgarrado el muslo en los cuartos de final, pero con la ayuda de los
antiinflamatorios ya podía correr sin sentir nada. Les dije a los preparadores
estas palabras textuales: “Si me rompo, déjenme que me siga rompiendo. No me
importa. Sólo quiero estar para jugar”.
Así comienza el texto de Ángel di
María que, justo en la previa del partido definitorio entre la selección
argentina y la nigeriana, por el Mundial de Rusia, está dando la vuelta al
planeta.
El texto fue publicado en el sitio The Player's
Tribune, y es un conmovedor relato en primera persona sobre la
lesión que obligó al "Fideo" a perderse la final de la Copa del Mundo
de 2014, que la Albiceleste perdió.
Allí, Di María cuenta al detalle cómo
llegó a la definición de la competencia, con un desgarro, cómo Real Madrid
quiso impedir que él saliera a la cancha, y cómo él estaba dispuesto a hacerlo
igual, aunque eso implicara el final de su carrera como futbolista.
Sinceramente quería
jugar ese día, incluso si se terminaba mi carrera. Pero tampoco quería hacerle
las cosas más difíciles al equipo. Así que me desperté muy temprano y fui a ver
a nuestro técnico, Alejandro Sabella. Teníamos una relación muy cercana, y si
le llegaba a decir que quería jugar, seguramente él iba a sentir la presión de
ponerme. Así que le dije honestamente, con una mano en el corazón, que él debía
poner al jugador que él sintiera que tenía que poner.
“Si soy yo, soy yo. Si es otro, entonces será otro. Yo sólo quiero ganar la Copa. Si me llamás, voy a jugar hasta que me rompa”, le dije.
Y entonces me largué a llorar. No lo pude evitar. Ese momento me había sobrepasado, era normal.
“Si soy yo, soy yo. Si es otro, entonces será otro. Yo sólo quiero ganar la Copa. Si me llamás, voy a jugar hasta que me rompa”, le dije.
Y entonces me largué a llorar. No lo pude evitar. Ese momento me había sobrepasado, era normal.
Después, Di María salta en el tiempo
a una infancia humilde, al sacrificio de su familia por cumplir su sueño de
jugar al fútbol, al "vas a ser un fracaso" que le dijo un entrenador
y que casi lo hace colgar los botines. Di María cuenta, como revelando los
secretos más íntimos de su historia como jugador de élite, la vez que viajó con
Rosario Central a jugar contra Independiente de Medellín por Copa Libertadores
en un avión de carga. Y pasa por su llegada a Benfica y, finalmente, a la
selección argentina.
"Los ojos de Leo no son como los
tuyos o los míos. Miran de lado a lado, como los de cualquier ser humano. Pero
él también es capaz de mirar a todos desde arriba, como un pájaro. No entiendo
cómo es posible, pero es así", dice sobre Lionel Messi, el jugador más
castigado ahora que Argentina está en crisis deportiva, institucional y
emocional.
"Con una mano en el corazón, la
verdad es que lo único que quería era que lográramos nuestro sueño. Quería que
se nos recordara como leyendas en nuestro país. Y estuvimos tan cerca",
dice volviendo a sus lágrimas previo a la final con Alemania en el Mundial de
Brasil 2014.
"Por eso es tan decepcionante
cuando veo la reacción que hay con el equipo en los medios en Argentina. Hay
momentos en que el pesimismo y las críticas se van de las manos. No es sano.
Somos todos seres humanos, en nuestras vidas nos pasan cosas que la gente no
llega a ver", sigue.
En uno de los peores momentos de la
selección argentina, este texto de Di María, que está siendo muy comentado en
redes sociales por fanáticos del fútbol y no, y personas de todas partes del
mundo, viene a humanizar un poco a los jugadores y a recuperar una empatía que
parecía perdida.
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