Celfon es un híbrido entre teléfono y reloj que busca rescatar lo más básico de ambos dispositivos; con una propuesta pensada para el usuario latinoamericano, el 13 de marzo la empresa Katisur saldrá a conquistar las muñecas con su nuevo producto
Se escribe Celfon, tal como suena “celular” en inglés. Es el primer teléfono-reloj con sello celeste. Y así como castellanizaron su nombre, los desarrolladores “uruguayizaron” el producto. Es que este híbrido entre celular y reloj pulsera no busca competir en las grandes ligas inauguradas por smartwatches, como el Galaxy Gear, de Samsung.
De hecho, si bien la idea es la misma, la intención es bastante diferente a la de ese reloj inteligente premium. No solo porque el Celfon costará US$ 219 (unos $ 4.800), es decir, alrededor de US$ 680 menos de lo que cuesta el Gear en Uruguay, sino porque está pensado por uruguayos para uruguayos. Eso, al menos en teoría, garantiza que el producto funcione.
El nuevo celular-reloj está desarrollado por una empresa de ingeniería inglesa, que en Latinoamérica incorpora el trabajo de ingenieros y diseñadores locales de Katisur, una importadora de electrónica que lleva unos 20 años en Uruguay. Esta nació en la época en que empezaban a surgir los identificadores de llamada y, desde entonces, le fue siguiendo el ritmo a los cambios tecnológicos, hasta llegar a los dispositivos Android, contó el gerente de Ventas de Katisur, Ari Carretero.
La empresa, cuya marca más representativa hasta el momento es Eurocom, comercializa smartphones, tabletas e incluso aplicaciones nativas para el sistema operativo de Google, aunque siempre se dedicó al ámbito empresarial y no masivo. Hasta ahora.
Cómo funciona
Siguiendo la tendencia de la wearable technology o tecnología para vestir, y con la idea fija de bajar el producto a tierra, la empresa estudió el mercado y dio a luz al Celfon, que será lanzado el 13 de marzo.
Los hay en dos modelos: Pilot, de color negro con marco plateado, pensado para el público masculino; y Splash, un poco más chico y disponible en varios colores (en un primer momento, rosa, blanco y anaranjado) y orientado para un público adolescente y femenino. A simple vista, Celfon es un reloj muy grande (como dicta la moda desde hace un tiempo), con malla de goma y pantalla cuadrada de 1,50 pulgadas el Pilot y 1,46 el Splash.
El concepto de inteligencia empieza a surgir cuando se repara en el diminuto punto que es el micrófono y la pequeña cámara ubicada a un costado. También cuando se toca la pantalla y, además de marcar la hora como un reloj digital o con uno estilo analógico, aparecen otras opciones, como “Menú” y “Contactos”. Es ahí cuando se distingue como teléfono.
Pero una de las diferencias principales con el Gear de Samsung o el smartwatch Pebble surgido en Kickstarter es que el Celfon es autónomo. Es decir, está pensado como un dispositivo independiente y no como un accesorio o control remoto de un smartphone. Celfon funciona con una tarjeta SIM propia (no microSD) y es multibanda, por lo que esta tarjeta puede ser de Antel, Movistar o Claro, en el caso de Uruguay. También se le puede agregar una tarjeta de memoria para poder guardar las fotos y video capturados con la cámara o incluso almacenar música.
De hecho, el Celfon es un celular-reloj que es incluso más teléfono que algunos teléfonos tradicionales. Aunque suene a trabalenguas, la idea es la siguiente: los smartphones de hoy en día abren la puerta a un mundo de actividades tan amplio (desde navegar en internet hasta mirar televisión y abrir el correo) que muchas veces olvidamos que también sirven para hablar. Bueno, Celfon vuelve a lo esencial del móvil y ofrece las funcionalidades básicas de hacer y recibir llamadas, y redactar y recibir SMS. Se completa con un calendario, una calculadora, radio FM e incluso WAP para conectarse a internet. Ah, y da la hora.
Otros rasgos hacen de este reloj un celular hecho y derecho. Cuenta con entrada microUSB para cargarlo vía PC o al tomacorriente y viene con un cable USB para transferir contactos desde la computadora, por ejemplo (aunque esto último se puede solucionar con un duplicado de la tarjeta SIM del propio celular). Además, viene con un finísimo stylus para manejar la pantalla. El mismo se mete en un agujero en la malla cuando no está en uso, pero es tan pequeño que seguramente muchos no tardarán en perderlo.
Para rematar el combo Celfon, el celular-reloj viene con una cucaracha Bluetooth, que permite hablar en modo manos libres, aunque, a decir verdad, cualquier forma de hablar por un celular en la muñeca será manos libres. La otra opción para hablar es acercar el reloj a unos 10 centímetros de distancia de la boca, pero depende del ruido ambiente y se trata de un gesto al que definitivamente no estamos acostumbrados aún. Dos botones físicos a un costado llevan a la home y dan el “OK”.
En resumen, el diseño externo hace que el Celfon no llegue a ser grotesco a pesar de su tamaño, aunque tal vez no a todos los usuarios les guste llevarlo en la muñeca. Después de todo pesa cerca de 500 gramos, lo que no se podrá resolver de manera sencilla. Es que detrás de la pantalla (que se abre para poder colocar las tarjetas) está la batería, que permite unos tres días de autonomía, como los celulares de los viejos tiempos.
Por lo demás, una placa detrás indica que es resistente al agua. Cabe aclarar que no es un reloj sumergible, sino que indica que resiste el sudor o alguna llovizna. Esto último es consistente con la ideología de Celfon. Es un celular que se despoja de todos los chiches innecesarios y se queda con lo que, a esta altura de la evolución humana, no se puede renegar: la necesidad de conexión. Pero no se trata de conexión a internet, de responder y mandar mensajes por Whatsapp casi de forma compulsiva o de chequear el mail cada tres minutos. Al decir de Carretero, si alguien sale a andar en bicicleta, o a correr, no necesita estar poniendo “Me gusta” en Facebook. O si se va a una escapada de fin de semana, no precisa llevarse el mail a cuestas. Claro, algunos dirán que desactivando los datos móviles o el Wi-Fi esto se soluciona. Pero no es lo mismo, porque aun así el trabajo sigue estando a un toque de distancia.
Antes de Android
Otra característica aparta al Celfon de lo que muchos esperarían ver en un celular-reloj: su sistema operativo. Como sus funciones son las básicas, su software también lo es. Según explicó Carretero, se trata de un Linux anterior al Android. Es similar a la pantalla de los Nokia 1100, aunque con color. Incluso la disposición de los botones digitales es igual. Con una resolución baja, de 176 x 132 píxeles (ambos modelos), la pantalla del Celfon es algo así como la pesadilla del usuario digital. Sin embargo, tampoco es tan grave como para darle la espalda.
Según explicó el ejecutivo de Katisur, la pantalla táctil del Celfon no es capacitiva, como la de la mayoría de los dispositivos de ahora, sino inductiva o resistiva. En pocas palabras, esto significa que hay que apretar más fuerte para conseguir que responda, algo que puede resultar especialmente frustrante aunque se utilice el lapicito. Con el tiempo, uno se acostumbra a que el celular demore en responder unos segundos (en mi caso, lo probé unos días y al final no era tan molesto). Para ilustrar la situación, podríamos decir que es como pasar de manejar un auto con dirección hidráulica a uno que no la tiene. Aunque cueste más, ambos autos te llevan al mismo lugar.
Por último, el Celfon se puede configurar en varios idiomas, aunque el español tiene algunas traducciones del inglés que chocan un poco, como “Bueno” en vez de “OK”.
Recién empieza
Según adelantó Carretero, el Pilot y Splash son solo el comienzo. En el futuro, la línea de la marca Celfon incorporará otras funciones, como GPS y nuevas aplicaciones. También se expandirá a Chile, Argentina y Brasil.
Tal como explicó el ejecutivo, el Celfon no tiene la intención de sustituir al smartphone que cada usuario ya tiene. Este celular-reloj podría posicionarse como un segundo teléfono, para usar durante actividades específicas o cuando, cansado de los chiches, uno quiere volver al celular básico. En este sentido, Celfon tiene un mérito muy importante: se deshace de lo accesorio pero no desconecta del mundo digital. Por eso, creo que no solo los jóvenes se sentirán atraídos por el Celfon, sino que los más grandes verán el atractivo de este gadget que es una fusión retro y futurista.
Por todo esto, Celfon es una buena idea, porque es coherente con lo que propone y porque no se olvida para quién está hecho.
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Artículo publicado en El Observador.
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