Mujica abogó por convivencia y solidaridad entre los uruguayos y hacia el mundo
“Hay que buscar que la gente viva hoy, en estas circunstancias, lo mejor posible, pero no será arrancándose los ojos los unos a los otros”, afirmó el Presidente Mujica, quien instó a practicar la ética de la convivencia en todos los niveles, en la campaña electoral, a nivel país y también mundial. En este contexto, consultó a los uruguayos sobre la posibilidad de “socorrer en algo” a los niños sirios abandonados por la guerra.
En su audición por Radio Uruguay, el Presidente de la República, José Mujica, hizo referencia a la ética de la convivencia en el contexto nacional y también mundial. Defendió el valor de la vida y la práctica de la solidaridad en los distintos niveles.
El mandatario comenzó su alocución refiriéndose a la campaña electoral. Dijo que hoy "se le habla mucho a las corporaciones, a los grupos de intereses y nada a las clases sociales".
Mujica aseguró que se expresa la "necesidad de un cambio”, aunque también se pueda cambiar para empeorar. “La cuestión es siempre sumar y tratar de cambiar para mejorar. El cambio en sí mismo no tiene sentido si no es para mejorar la suerte de la gente”, indicó.
En este análisis, el Presidente aludió al concepto de gente, que entiende como muy vasto. “Gente es ese todo, con contradicciones, con diferencias notorias, no solo en las visiones sino en los intereses más o menos legítimos que cada cual defiende”, dijo.
“Hay una fuerte tendencia humana a ver las realidades de acuerdo a cómo nos va en la feria, y eso es inevitable. La misma realidad puede dar visiones positivas, negativas o de estancamiento, y esas son las percepciones reales que componen ese todo que llamamos gente. Es legítimo que exista gente muy desconforme con aquellas políticas que buscan, por todos los medios, acotar las distancias económicas que existen entre los núcleos más ricos y los más pobres de la sociedad. Es legítimo que exista gente desconforme con estas políticas porque piensan que el gran motor del progreso es la competencia entre los humanos y entre las empresas, definidas estas como ‘organizaciones tras el lucro’”, afirmó.
“Quienes así piensan tienden a tener una visión absolutista, cerrada, donde todo lo verán mal. En el fondo no pueden ver la realidad, que es mucho más compleja”, porque lo que ven está teñido por el cristal con el que observan todo.
Convivencia
Mujica habló de quienes practican un dogmatismo cerrado “que todo lo quieren igualar” y de quienes defienden una filosofía individualista con una “aparente libertad”. Dijo que son formas de ver el mundo que chocan y terminan dejando por el camino el acervo de la tolerancia hacia lo que es distinto.
“¿Cuánto tiempo le llevará a este fanatismo capitalista entender que no existen otros caminos que la síntesis? No se trata de abdicar de lo que se piensa, sino de recrear, pero eso implica ver la política no como un torneo, sino como un camino que necesita de creación, responsabilidad y mutua tolerancia”, afirmó.
Mujica aseguró que ya nada será igual, ni en el país, ni en el mundo. “La época que se nos viene encima está pidiendo que entremos a razonar como especie, sin dejar de ser país, municipio o barrio”.
“Por esto nuestras creencias más hondas hay que enfocarlas con un espíritu crítico”, dijo el Presidente; además instó a la gente a entender que para convivir hay que construir y luchar por la racionalidad de la sociedad.
Sostuvo que los sectores más fuertes y ricos tienen que entender que la convivencia de nuestra vida debe ser garantizada por un clima de respeto al derecho, por un respeto natural a toda forma de autoridad, pero además por la ética de la convivencia, que definió como “la gran autoridad”.
“En los tiempos contemporáneos cada vez se tolerarán menos las enormes diferencias en la forma de vivir, gastar y padecer. La gente no se cansa de reconocer que todos tenemos los mismos derechos y siente que lo que es una afirmación teórica debe ser una afirmación de la realidad”, insistió. “A esa tendencia libertaria, un tanto difusa, hay que abrirle paso”.
Mujica recordó que “la vida es corta y se nos va, y no hay derecho a sacrificarla en nombre de ‘qué se yo’. Hay que buscar que la gente viva hoy, en este tiempo, en estas circunstancias, lo mejor posible, pero no ha de ser arrancándose los ojos los unos a los otros”.
“Así como el corporativismo se transformó en lobbies que prostituyen la política de Estado de los más modernos, también tenemos nosotros nuestras deformaciones populistas, demagógicas y cuasi permanentemente somos fuertes reclamando derechos y muy callados asumiendo responsabilidades”, reflexionó.
Una mano a los niños sirios
En este contexto, Mujica aludió al valor de la solidaridad y, apelando a la madurez de nuestra sociedad, le consultó al pueblo uruguayo sobre si no está en condiciones de “socorrer en algo” a los niños sirios abandonados en los campos de refugiados a consecuencia de la guerra.
“Ofrecer al mundo una mano no significa tener hijos robados del dolor, sino una práctica familiar de la solidaridad”, aclaró.
Una vez más, el mandatario se preguntó si no valdrá la pena que nuestra sociedad levante un poco la cabeza y sea capaz de socorrerlos.
El mandatario comenzó su alocución refiriéndose a la campaña electoral. Dijo que hoy "se le habla mucho a las corporaciones, a los grupos de intereses y nada a las clases sociales".
Mujica aseguró que se expresa la "necesidad de un cambio”, aunque también se pueda cambiar para empeorar. “La cuestión es siempre sumar y tratar de cambiar para mejorar. El cambio en sí mismo no tiene sentido si no es para mejorar la suerte de la gente”, indicó.
En este análisis, el Presidente aludió al concepto de gente, que entiende como muy vasto. “Gente es ese todo, con contradicciones, con diferencias notorias, no solo en las visiones sino en los intereses más o menos legítimos que cada cual defiende”, dijo.
“Hay una fuerte tendencia humana a ver las realidades de acuerdo a cómo nos va en la feria, y eso es inevitable. La misma realidad puede dar visiones positivas, negativas o de estancamiento, y esas son las percepciones reales que componen ese todo que llamamos gente. Es legítimo que exista gente muy desconforme con aquellas políticas que buscan, por todos los medios, acotar las distancias económicas que existen entre los núcleos más ricos y los más pobres de la sociedad. Es legítimo que exista gente desconforme con estas políticas porque piensan que el gran motor del progreso es la competencia entre los humanos y entre las empresas, definidas estas como ‘organizaciones tras el lucro’”, afirmó.
“Quienes así piensan tienden a tener una visión absolutista, cerrada, donde todo lo verán mal. En el fondo no pueden ver la realidad, que es mucho más compleja”, porque lo que ven está teñido por el cristal con el que observan todo.
Convivencia
Mujica habló de quienes practican un dogmatismo cerrado “que todo lo quieren igualar” y de quienes defienden una filosofía individualista con una “aparente libertad”. Dijo que son formas de ver el mundo que chocan y terminan dejando por el camino el acervo de la tolerancia hacia lo que es distinto.
“¿Cuánto tiempo le llevará a este fanatismo capitalista entender que no existen otros caminos que la síntesis? No se trata de abdicar de lo que se piensa, sino de recrear, pero eso implica ver la política no como un torneo, sino como un camino que necesita de creación, responsabilidad y mutua tolerancia”, afirmó.
Mujica aseguró que ya nada será igual, ni en el país, ni en el mundo. “La época que se nos viene encima está pidiendo que entremos a razonar como especie, sin dejar de ser país, municipio o barrio”.
“Por esto nuestras creencias más hondas hay que enfocarlas con un espíritu crítico”, dijo el Presidente; además instó a la gente a entender que para convivir hay que construir y luchar por la racionalidad de la sociedad.
Sostuvo que los sectores más fuertes y ricos tienen que entender que la convivencia de nuestra vida debe ser garantizada por un clima de respeto al derecho, por un respeto natural a toda forma de autoridad, pero además por la ética de la convivencia, que definió como “la gran autoridad”.
“En los tiempos contemporáneos cada vez se tolerarán menos las enormes diferencias en la forma de vivir, gastar y padecer. La gente no se cansa de reconocer que todos tenemos los mismos derechos y siente que lo que es una afirmación teórica debe ser una afirmación de la realidad”, insistió. “A esa tendencia libertaria, un tanto difusa, hay que abrirle paso”.
Mujica recordó que “la vida es corta y se nos va, y no hay derecho a sacrificarla en nombre de ‘qué se yo’. Hay que buscar que la gente viva hoy, en este tiempo, en estas circunstancias, lo mejor posible, pero no ha de ser arrancándose los ojos los unos a los otros”.
“Así como el corporativismo se transformó en lobbies que prostituyen la política de Estado de los más modernos, también tenemos nosotros nuestras deformaciones populistas, demagógicas y cuasi permanentemente somos fuertes reclamando derechos y muy callados asumiendo responsabilidades”, reflexionó.
Una mano a los niños sirios
En este contexto, Mujica aludió al valor de la solidaridad y, apelando a la madurez de nuestra sociedad, le consultó al pueblo uruguayo sobre si no está en condiciones de “socorrer en algo” a los niños sirios abandonados en los campos de refugiados a consecuencia de la guerra.
“Ofrecer al mundo una mano no significa tener hijos robados del dolor, sino una práctica familiar de la solidaridad”, aclaró.
Una vez más, el mandatario se preguntó si no valdrá la pena que nuestra sociedad levante un poco la cabeza y sea capaz de socorrerlos.
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