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En Uruguay hay cada vez más artistas que pintan en la calle


ARTE URBANO


La calle como lienzo


En Uruguay es cada vez más frecuente encontrarse con algún artista plástico transformando un muro gris en una fiesta de color a gran escala. Y lo hacen por el mismísimo amor al arte.
Florencia Durán, alias Fitz, pinta en plena Ciudad Vieja. Foto: Inés Guimaraens.

DANIELA BLUTH
Un niño con camisa tropical juega a la bolita en la calle Porongos. Un lobo amarillo hace guardia en la esquina de 18 de Julio y Paullier. Un enorme pez con ojo de vidrio mira desde Julio Herrera y Obes hacia la Torre de las Comunicaciones de Antel. En la calle Libres, una multitud se funde con un pájaro inmenso que da vuelta a la esquina. Un astronauta suspendido en el espacio es vecino de una casa alada en la rambla Sur, a la altura de Domingo Petrarca. Aristóteles, la mano de Platón y un dragón se dan cita en la fachada del Liceo Zorrilla, en el Parque Rodó. Apelando a colores intensos y figuras tamaño XL, esa fue justamente una de las grandes intervenciones de arte urbano que puso el tema en el tapete, a comienzos de 2013. Pero los cierto es que antes y después de aquella iniciativa, los coloridos murales de grandes dimensiones ya habían dicho presente en varias paredes de una Montevideo que muchas veces ha sido catalogada como una ciudad gris. Ahora la postal está empezando a cambiar. Y la foto se luce a todo color.

DÍA 1.

Es viernes y Florencia Durán -alias Fitz- salió a pintar después de varias semanas de abstinencia. Con sus pinceles, un extensor, una escalera y dos tachos de pintura desembarcó en Reconquista y Colón. Sobre una de las calles ya había varios dibujos (incluso uno suyo), pero la esquina pedía a gritos un poco de atención. "Elegimos muros que estén tristes y tratamos de embellecerlos", explica. Siempre que se trate de una pared abandonada, no es necesario tramitar una autorización con la Intendencia. Esa tarde la paleta se reduce a marrones y toques de blanco. No había rubro para más. Un pequeño trozo de papel trae el boceto, un rostro de mujer muy al estilo Frida Kahlo, una de las fuentes de inspiración de Fitz. Apenas se adivina el contorno y en la gente del barrio ya hay entusiasmo. "Señora, le está quedando muy lindo", dice una niña a la vuelta de los mandados. Fitz, 27 años y egresada de la Escuela Universitaria Centro de Diseño, agradece. Lo que más recibe son halagos, aunque también le han tocado un trozo de torta o un vaso de agua. "La idea es compartir con la gente del barrio, por eso está bueno que sean paredes que se vean". Las críticas ya casi no se escuchan.
Los murales son cada vez más. Y también se ven más. "Antes solo los notabas cuando estabas en la calle, pero ahora todo el que ve uno sube las fotos a las redes sociales. Están en Instagram, en Facebook….", explica la diseñadora gráfica y docente de la ORT Carolina Curbelo, creadora junto a Santiago Alonso y Sebastián Borrazás del mapa onlinestreetart.uy (ver recuadro). Un vistazo por esa ciudad virtual deja en evidencia la prolífica producción de los artistas. Junto a la firma de Fitz aparece Theic (Camilo Núñez, con quien forman el Colectivo Licuado), Alfalfa (Nicolás Sánchez), Alabama (Inés Barea), Noel (Noel Silvera), Zësar, Henruz (Felipe Henríquez), MADE (Martín Lorenzo)... y la lista podría seguir. Porque todos ellos, además, comparten la calle con los graffitis y el stencil, dos clásicos del arte urbano. "Lo positivo es que con los años han logrado amigarse con el Estado y la ciudadanía. Antes estas expresiones eran vistas como un mamarracho. Hoy ya no", opina Curbelo.
"En Montevideo, todo comenzó con la intención y sin el permiso, a eso se sumó la prensa y la Policía, para terminar con una gran cercanía al director del colegio que en primera instancia se mostró molesto y hoy agradecido y motivado...". Eso escribió en su Facebook el artista chileno Felipe Henríquez Ruz, conocido como Henruz, en febrero de 2013. Hacía referencia a la experiencia en el Liceo Zorrilla, que marcó un antes y un después en el street art local y en la cual este profesor de Artes Visuales participó casi sin planificarlo. Para Curbelo, iniciativas como ésta, donde se utiliza el arte como "una herramienta contra el vandalismo" es "una señal bastante pesada".

DÍA 2.

Atrás de la movida comercial de Arenal Grande hay otra movida, la de la calle Porongos. Camiones, autos y montacargas se cruzan entrando y saliendo de los depósitos atiborrados de mercadería. En el tramo entre Isidoro de María y Martín García, Inés Barea y Javier Estévez retoman la tarea que dejaron a medio hacer unos días antes. Ella pinta un mono amarillo; él ultima los detalles de una criatura multicolor. En ese mismo muro ambos habían estado "experimentando" con la técnica del aerosol. El resultado: una pequeña ballena azul y un sujeto atacado por un alien.
"En realidad a mí me gusta más la estética del pincel, es menos mecánico, más artístico y te permite contrastes más fuertes", dice Inés, alias Alabama. Su última adquisición es un carrito de plástico azul en el que carga brochas, tachos y pinturas. Del contenedor rescató una mesa medio destruida, y también la sumó a su acervo. Con la escalera logra llegar a las partes más altas y está haciendo sus primeras armas con el extensor, una especie de palo de escoba con un rodillo en la punta que facilita la tarea de hacer los primeros trazos desde el nivel del piso.
En sus dibujos suelen aparecer animales y astronautas. "Bueno, sí, tengo una cuestión espacial", reconoce esta estudiante de la licenciatura en Bellas Artes. "Aunque cada vez más trato de no pintar desde la mente, sino desde las emociones". Lo mismo le sucede a Fitz con la figura femenina, a Alfalfa con los peces, a Theic con los insectos, a MADE con el universo animal en general, a Zësar con los rostros tipoclown. Pero más allá de cada estilo, en común está que todos usan pintura al agua y, cuando lo hacen en la calle, es por el mismísimo amor al arte. Aunque suelen aprovechar los restos de otros trabajos (algunos pagos), un mural grande puede insumir 12 litros de pintura y una inversión de no menos de 4 mil pesos.

DÍA 3.

Hace casi cinco años que Nicolás Sánchez es Alfalfa. Las razones son varias. "Tiene que ver con el Alfa y el Omega, que es un ciclo cerrado. Para mí el Alfa-Alfa es justamente como un Anillo de Moebius, hay algo de infinitud. Pero sin duda también tiene el tema de la alfalfa como brote. Y como el alimento del ganado, que está muy presente en Uruguay", enumera. Alfalfa es el pincel detrás de los grandes peces en la esquina de Julio Herrera y Obes y La Paz (en dúo con Theic), de parte de la fachada del Liceo Zorrilla, de un enorme pájaro en Carlos Reyles y Rocha y de un sinfín de criaturas que habitan la ciudad y que fueron surgiendo cuando a partir de 2005 cambió una convulsionada Caracas por una Montevideo que empezaba a repuntar. Si bien no siempre pintó en la calle, hoy es un referente para los demás artistas locales.
Su primer muro llegó en el otoño de 2009, en las escaleras de Bulevar Artigas y Hugo Prato, al costado de la Facultad de Arquitectura. Le siguieron varios. Hoy, define su estilo como lineal y fantástico. "Lineal en el sentido de que está basado en la línea. El dibujo negro es lo más importante, el resto es un agregado experimental de color que suma. Y fantástico porque mis personajes pertenecen a un mundo de fantasía imaginado por mí". Mientras continúa pintando peces, ahora en una pared cercana al Museo de Arte Precolombino, Alfalfa aspira a seguir creciendo y pasar del extensor a la grúa. "Pero eso suma muchos gastos". Además, un mural XL puede superar los 30 litros de pintura.
Igual que él, la meta de la mayoría de los artistas callejeros es siempre ir por más y agrandar las dimensiones, sobre todo en altura. "Antes de morir quiero hacer un mural en la cara de un edificio. Pintar con esas grúas debe ser lo máximo, el paraíso", lanza Alabama. En ese desafío, su referente es Oz Montaña, un paraguayo que tiene varias obras en altura en su haber. En 2013, por ejemplo, realizó un mural en homenaje al escritor Augusto Roa Bastos que tuvo como lienzo un edificio que se levantó en el predio donde creció el poeta, en el centro de Asunción.
Visto desde afuera, el crecimiento en tamaño es evidente. Para Curbelo, que también está detrás de la galería de arte contemporáneo Kiosco y del blog de diseño Mirá mamá, basta recorrer las calles para verlo. "En los últimos años se está pintando más grande y más alto. Antes el espacio de pintura era el radio alrededor de la cuerpo del artista, hasta donde le llegaban las manos, ahora es cada vez más grande. Y es una cuestión que se va contagiando".

DÍA 4.

En la calle surge la interacción con el barrio y también muchos de los futuros trabajos. Las arengas del tipo "¡Vamo` arriba!" o "¡Qué grande!" son casi tan frecuentes como los vehículos que se detienen y piden un número de contacto. Así fue que la mayoría de los artistas consultados por Domingo ya pintó en restaurantes, boliches, hostales, productoras audiovisuales, empresas de software y casas particulares. El tiempo de trabajo no suele superar la semana y el pago es variable: no menos de 10 mil pesos, casi nunca más de 30 mil.
"Hay una paleta muy amplia, desde personas que te llaman con una idea concreta hasta el que me comenta que le gusta lo que hago, que me conoce y que me dice que pinte lo que quiera", dice Alfalfa, quien a mediados de marzo estará con sus pinceles en la fachada del INJU, sobre 18 de Julio, junto a Zësar y Noel. Hace unos meses formaron Triple Múltiple, un colectivo que les permite trabajar en equipo. Una muestra de su mix está en una de las paredes de un patio interior de la agencia Notable, en un edificio especialmente construido para la empresa en la zona de Parque Rodó.
Además de restaurantes y tiendas de ropa, uno de los trabajos pagos que Alabama más disfrutó fue pintar el patio de una casa particular, un recurso que también es cada vez más frecuente. "Me contrató una chica para hacer un mural sorpresa para su madre en el jardín. La madre trabajaba desde el living y siempre miraba esa pared gris. Yo le pinté unas plantas y cambió", recuerda. Su próximo proyecto es hacer un viaje al interior e intervenir algún lugar abandonado. "Me comentaron que hay un hotel en Rocha. Me gustaría agarrar una camioneta, las pinturas e ir para allá".
La tendencia mundial de que marcas de indumentaria apelen a artistas callejeros para crear una línea de productos o una edición especial también llegó a Uruguay. En los últimos años, cuenta Curbelo, empresas como Uniform, Magma y Manos del Uruguay lanzaron más de una colección "intervenida" por el arte.
Sin embargo, pese a que la mayoría de ellos vive de su arte, todavía hay gente que no está acostumbrada a pagar por este trabajo. "Se piensan que como uno lo hace gratis en la calle… pero si es un encargo…", cuestiona Fitz. Quizás por eso su meta para este año es "descentralizar" y trabajar el concepto de la identidad nacional en el interior del país. La idea surgió junto a Theic en 2013, tras seis meses de recorrer -y pintar- varias ciudades de Argentina, Chile, Bolivia y Perú. Ya tuvieron una primera experiencia en Villa Soriano, un pueblo de mil habitantes donde pintaron, entre otros lugares, el patio de la única escuela. "Lo hicimos junto con los niños. Fue una experiencia caótica pero muy linda, se coparon", recuerda Fitz. La lista de destinos la encabezan Tacuarembó y Cerro Largo. La dupla ya tiene un proyecto armado y lo presentarán el 21 de marzo en el Centro Cultural de España. "Es una forma de exhibir lo que queremos hacer y conseguir algunos apoyos".
En este año de campañas electorales varias, seguramente lo más difícil sea sobrevivir a las tradicionales pintadas y pegatinas políticas. De todas maneras, entre los artistas prima un ánimo pacifista. Y quizás un tanto idealista: "Creo que vamos a tener que juntarnos y hacer una tregua", reflexiona Alabama.

Los muros a solo un clic de distancia

Al igual que Nueva York, Berlín y Buenos Aires, desde febrero de 2013 Montevideo tiene su propio mapa de street art (www.streetart.uy). "Lo que hicimos fue aprovechar la tecnología de Google Maps para referenciar los murales que hay por la ciudad", explica la diseñadora gráfica Carolina Curbelo. Al hacer clic sobre la dirección elegida también aparece el nombre del artista, una breve biografía y un link a su página web. Además, el proyecto es interactivo. Cualquiera puede colaborar con sus fotos usando el hashtag #streetartuy. En el correr de 2014 la meta es incluir ciudades del interior del país.

El día que la ciudad mutó

Noviembre de 2013 fue un mes importante para el barrio Goes. Durante tres días se llevó a cabo Muta Montevideo, el primer Encuentro Iberoamericano de Arte Urbano, que reunió más de 30 artistas para ponerle un toque de color a los muros grises y abandonados de la zona. Escaleras, extensores y pinceles coparon las calles Porongos, Carlos Reyles, Pando, Libres y algunos espacios de la nueva Terminal. Organizado por Zësar Bahamonte, un artista español radicado en Uruguay, reunió invitados de Rosario, Santa Fe, La Plata, Buenos Aires, Santiago de Chile, Porto Alegre, Asunción, Bogotá, Islas Canarias y Sevilla. Cada uno de ellos desembarcó con su estilo y sus ideas. En las obras hay niños, aves, monstruos, lobos, rostros y un largo etcétera de personajes que ya forman parte del nuevo paisaje urbano.
FOTOGALERIA
Alabama y Javier Estévez le ponen color a los muros de Goes. Foto: Inés Guimaraens. 

Alfalfa y sus peces que tapizan varias paredes de Montevideo. Foto: Agustín Martínez.

Los artistas urbanos cada vez pintan más grande y más alto.

Uno de los tantos murales colectivos de la ciudad, pintado por Henruz, Theic y Alfalfa. Foto: Henruz

Uno de los laterales del Liceo Zorrilla, pintado por Henruz.

En 2013 Theic y Fitz pintaron un mural en la única escuela de Villa Soriano.

Artículo publicado en El País.

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